Los argentinos estallan de alegría al consagrarse campeones por tercera vez después de un partidazo intensísimo en el que los franceses remontaron dos veces el partido pero lo perdieron en los penales.
¡Viva Argentina!, gritan los aficionados que se acercan corriendo al Obelisco de Buenos Aires a celebrar. La gente se abraza, llora, ríe, salta, festeja y agita banderas albicelestes.
El país, paralizado desde hace un mes para seguir a su selección en Qatar, vive uno de los momentos más inciertos de los últimos años, política y económicamente. Pero ha dejado atrás cualquier inquietud y se ha unido en torno al conjunto de Scaloni y, más aún, a la figura de Messi.
Primero la posibilidad de lograr la tercera Copa del Mundo y ahora la certeza del triunfo han movilizado al país. Desde Buenos Aires, Federico Rivas y Mar Centenera, cuentan cómo viven este día los argentinos.
Ha sido lo más parecido a una explosión. Esta pequeña esquina de Palermo contuvo la respiración y los nervios durante 120 minutos. Lloró luego con los penales, gritó con toda la fuerza las dos atajadas del Dibu Martínez y entró en éxtasis cuando Gonzalo Montiel la embocó bajo los tres palos.
La gente sale poco a poco de sus casas y puebla la calle. Pronto no se podrá caminar por las principales avenidas, de tanta alegría. Estallará el Obelisco, el epicentro de las celebraciones porteñas. La fiesta durará días.
EL PAÍS
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