Nueve personas perdieron la vida, una costa estremecida y una gran incertidumbre que se cierne sobre Taiwán, tras el terremoto de magnitud 7,4 que sacudió el este de la isla dejando una huella dolorosa.
Los rescatistas luchan contra el tiempo para liberar a decenas de personas atrapadas bajo los escombros, mientras más de 900 personas resultaron heridas y más de 100 edificios quedaron dañados. El epicentro, en el condado de Hualien, alberga a alrededor de 300.000 personas, una pequeña fracción de los 23 millones de habitantes de Taiwán, una democracia autónoma con un enorme impacto en los negocios y el comercio globales.
Aunque por ahora no se han detectado grandes daños, los temblores se han sentido durante al menos una hora y media en Taipéi, la capital. El investigador español Rubén Almendros, desde el distrito de Nangang en Taipéi, relató cómo las paredes se tambaleaban, libros y lámparas caían, y la electricidad y el agua se desvanecían tras
La presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, ha instado a la población a mantener la calma y extremar las precauciones, ya que se esperan nuevas réplicas en los próximos días. El Centro de Respuesta ante Desastres trabaja incansablemente, y la asistencia necesaria se despliega en colaboración con los gobiernos locales.
En medio de la incertidumbre, la solidaridad y la resiliencia se alzan como pilares. Taiwán, una nación resiliente, enfrenta este desafío con valentía y determinación. Que la asistencia llegue pronto y que la esperanza prevalezca en medio de la adversidad.
Con información de El Diario
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